Una finca de limón persa en Veracruz recuperó hasta el 80% de su producción al adoptar estrategias de control biológico con soluciones de Koppert luego de enfrentar pérdidas severas causadas por el Scirtothrips dorsalis. Este resultado confirma que el manejo biológico es una alternativa viable, rentable y sustentable para cultivos a campo abierto, como el del limón persa, incluso en condiciones climáticas complejas y adversas.
Ubicada en la localidad de Pedregal, municipio de Cotaxtla, la huerta El Arenal dirigida por el productor Bernardo de Jesús Reyes Lagunes, cuenta con plantaciones de aproximadamente 14 meses. La fruta cosechada se exporta a Estados Unidos y Canadá, por lo que mantener la calidad e inocuidad del producto es una prioridad. Sin embargo, la presión de plagas —especialmente del Scirtothrips dorsalis — amenazaba seriamente la viabilidad del cultivo.
Foto: Ing. Bernardo de Jesús Reyes Lagunes, jefe de producción en Rancho El Arenal.
Los químicos dejaron de ser una opción
«La plaga nos devastó», comenta Bernardo. «Los rendimientos bajaron al 20 o 30%. Las aplicaciones químicas ya no funcionaban: las plagas desarrollaron resistencia y los productos dejaban de ser efectivos». En ese escenario, continuar con los mismos métodos no era sostenible ni económica ni ambientalmente.
Fue entonces cuando, por recomendación de otros productores con buenos resultados, Bernardo se acercó a Koppert. Inició con pequeñas pruebas usando soluciones biológicas, particularmente Spical, un ácaro benéfico que se alimenta de varias especies de trips, y posteriormente amplió el manejo a superficies mayores conforme fueron observando mejoras tangibles.
El verdadero reto: cambiar la mentalidad
Los cambios no tardaron en reflejarse: los rendimientos aumentaron al 70–80%, dependiendo de las condiciones climáticas. «La diferencia fue muy clara. Además de la eficacia, el manejo biológico nos ofreció un mayor control sin afectar la calidad de la fruta ni el medio ambiente», explica.
Sin embargo, implementar una estrategia biológica no fue sencillo. Más allá de los productos, el reto principal fue el cambio de mentalidad del personal. «Estaban acostumbrados a aplicar insecticidas y al principio no confiaban en los insectos benéficos. Incluso preferían cargar bombas que liberar ácaros. Pero ya no había opción: la fruta ya no era exportable. La necesidad nos obligó a abrirnos a una nueva forma de producir», señala Bernardo.
El acompañamiento de Koppert es un factor clave
Hoy, con un programa de manejo biorracional consolidado, esta finca no solo ha superado los problemas fitosanitarios, sino que ha mejorado su rentabilidad y ha fortalecido su compromiso con la producción sustentable.
Bernardo lo resume con un consejo claro para otros productores: «Que se dejen guiar. Que escuchen a quienes ya implementamos este tipo de manejo. Las herramientas biológicas funcionan, son más económicas y mucho más amigables con el medio ambiente. Solo hay que estar abiertos al cambio y buscar el acompañamiento técnico adecuado».
Foto: Ing. Bernardo de Jesús Reyes junto al equipo asesor de Koppert.
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