Categoría: Noticias
Fecha de publicación: febrero 20, 2025

Un encuentro con una solución inesperada: la historia de Fernando Rodríguez y los ácaros depredadores de Koppert

Desde sus primeros recuerdos en los campos de San Quintín, Baja California, Fernando Rodríguez Borrego estuvo inmerso en el mundo de la agricultura. Su familia, pionera en el cultivo de fresas en la región, le inculcó desde temprana edad el valor del trabajo en el campo, pero también le advirtió sobre los desafíos de la industria. A pesar de las dificultades que enfrentaban los productores, Fernando decidió estudiar agronomía, convencido de que la innovación podría ofrecer soluciones para los problemas que aquejaban al sector.

A lo largo de su carrera profesional, trabajó en diversas empresas agrícolas, donde identificó las limitaciones de los métodos convencionales para el control de plagas. En 2016, con una visión clara de sostenibilidad y eficiencia, fundó su propia empresa de producción de berries orgánicas en Jalisco. Desde el inicio, Fernando apostó por un enfoque basado en el control biológico. «Mi objetivo siempre fue crear un sistema de producción orgánico y sustentable, y Koppert se convirtió en un aliado clave para lograrlo», comenta.

La relación con Koppert: una alianza estratégica

Fernando conoció a Koppert en sus primeros años como productor, cuando comenzó a explorar soluciones innovadoras para el manejo de plagas en sus cultivos. Su primer contacto con la empresa fue a través de los abejorros para la polinización, una estrategia que revolucionó su manera de abordar la productividad de sus cultivos. Sin embargo, su verdadera transformación ocurrió cuando descubrió el potencial de los ácaros depredadores para el control de plagas.

«Cuando escuché sobre el control biológico con ácaros, tenía muchas dudas. No sabía cómo funcionaban, cuál era su efectividad o cómo integrarlos en mi sistema de producción», recuerda Fernando. Fue gracias al acompañamiento y asesoría técnica de Koppert que pudo implementar el uso de estos organismos benéficos de manera eficiente. «El equipo de Koppert me ayudó a entender los ciclos de vida de los ácaros, los momentos óptimos para liberarlos y cómo combinarlos con otras estrategias biológicas. Fue un aprendizaje continuo, pero los resultados hablaron por sí solos», agrega.

Hoy, Fernando no solo utiliza productos de Koppert en sus cultivos, sino que también es un defensor activo del control biológico en la comunidad agrícola. Su experiencia ha servido como testimonio para otros productores que buscan alternativas sostenibles y rentables para el manejo de plagas.

La lucha contra la araña roja

Uno de los mayores desafíos que enfrentó fue el manejo de la araña roja, una plaga especialmente agresiva en los cultivos de fresa y zarzamora. Los tratamientos convencionales con productos químicos no solo eran costosos y poco eficientes, sino que también generaban resistencia en las plagas y afectaban la biodiversidad del ecosistema agrícola. En su búsqueda de alternativas, Fernando descubrió el poder de los ácaros depredadores, organismos benéficos capaces de controlar las poblaciones de plagas de manera natural y efectiva.

«Al principio cometimos errores, como la aplicación inadecuada de los ácaros o la falta de monitoreo adecuado, pero con el tiempo afinamos la estrategia y logramos resultados impresionantes», explica Fernando. Gracias a un manejo preciso y un monitoreo continuo, sus cultivos comenzaron a mostrar una notable mejoría en salud y productividad. «La diferencia con los sistemas convencionales fue evidente. Mientras otros productores veían grandes pérdidas, nosotros manteníamos campos sanos y rendimientos consistentes», agrega.

La clave del éxito: el equilibrio ecológico

El impacto de la implementación de control biológico no solo transformó la producción de Fernando, sino que también despertó el interés de otros agricultores en la región. «Muchos colegas comenzaron a notar la efectividad del sistema y quisieron probarlo en sus cultivos. Algunos lograron el cambio con éxito, pero otros desistieron porque no comprendieron que el control biológico no es una solución instantánea, sino un proceso que requiere paciencia y conocimiento», comenta.

El desafío más grande para los productores que adoptan este modelo es superar la mentalidad tradicional de erradicación inmediata de plagas. «En la agricultura convencional, se espera que un producto químico elimine el problema de inmediato. En cambio, el control biológico opera de manera progresiva, permitiendo que los depredadores se establezcan y regulen la población de plagas de manera natural», explica. Esta transición, aunque desafiante, trae beneficios a largo plazo, como la reducción en costos de insumos, la conservación de la biodiversidad y la mejora en la calidad de los cultivos.

Hacia una agricultura más sustentable

A lo largo de los años, Fernando ha seguido perfeccionando su sistema de manejo biológico, integrando tecnología y metodologías innovadoras para optimizar los resultados. Su experiencia demuestra que la agricultura sustentable es viable y altamente efectiva. «La satisfacción más grande es llegar al final de la temporada y ver campos vigorosos y productivos, mientras que los cultivos convencionales a menudo terminan agotados por el uso excesivo de químicos. Saber que estoy contribuyendo a un modelo de producción más responsable y sostenible me confirma que tomé el camino correcto», concluye.

El testimonio de Fernando Rodríguez resalta la importancia de la innovación y la sostenibilidad en la agricultura moderna. Su historia demuestra que, con compromiso y un enfoque basado en la ciencia, es posible transformar la manera en que cultivamos nuestros alimentos, promoviendo un equilibrio ecológico que beneficie tanto a los productores como al medio ambiente.